Desde el domingo 25 de febrero, el santo sepulcro está cerrado, como signo de protesta contra las últimas movidas de las autoridades israelíes, consideradas por los líderes cristianos como intentos de debilitar la presencia cristiana en la Ciudad Santa: el pedido de saldar años de “deudas” de impuestos municipales sobre las actividades comerciales-que pos acuerdos con las autoridades civiles las Iglesias jamás han pagado-y una propuesta de ley discutido en la Knesset que haría posible la expropiación de los terrenos de las Iglesias. Los jefes de la Iglesia están esperando “una señal positiva” de parte de las autoridades israelíes para poder alcanzar un acuerdo. Mientras tanto, no parecen existir aperturas por parte de Israel y la basílica permanece cerrada.

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